México D.F., a miércoles 20 de mayo de 2009
A-05-11
ORIGEN DEL CULTIVO DEL MAÍZ
Anthony Ranere, del departamento de Antropología de la Universidad de Temple y Dolores Piperno, del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, descubrieron indicios de que el maíz ya se cultivaba en el Valle del Río Balsas, en México, hace 8,700 años, cerca de 1,200 años antes de lo que se pensaba.
Estudios recientes han confirmado que el maíz, cereal que actualmente es la base de la dieta de millones de personas, proviene de una de las cinco especies de teosinte, maleza silvestre que crece en México, Guatemala y Nicaragua. La que más se parece al maíz es el teosinte nativo del Valle del Río Balsas.
Hace años Piperno, estudiante de Antropología de la Universidad de Temple, encontró polen y carbón fósil en sedimentos lacustres de la región del Río Balsas, cerca de Iguala, Guerrero. Concluyó que hace 7,000 años se habían quemada áreas boscosas para crear parcelas de cultivo. En los sedimentos también encontró fitolitos (pequeñas estructuras rígidas que forman parte de algunas plantas) de maíz y calabaza. Entonces se integro a la investigación un equipo de arqueólogos dirigidos por Anthony Ranere, equipo que localizo 15 cuevas que hace miles de años habitaron seres humanos. En la cueva de Xihuatoxtla encontraron evidencias de maíz y calabazas cultivadas, así como diversas herramientas utilizadas para moler. Los restos tenían 8,700 años de antigüedad. En una investigación previa, Ranero y Piperno habían encontrado evidencias del maíz cultivado en Panamá, que fecharon en 7,600 años de antigüedad.
En las fisuras de las herramientas en las cuevas localizaron restos de almidón de maíz (que es distinto al del teosinte) y fitolitos de mazorcas. Como el teosinte no forma mazorcas, los investigadores supieron que se trataba de restos de maíz cultivado. Al parecer, los primeros agricultores de esta región de México fueron grupos de seminómadas que cambiaban de asentamiento estacionalmente.
Según Ranere, otro importante hallazgo de esta investigación es que sugiere que el cultivo del maíz comenzó en tierras boscosas de baja altitud y no en tierras áridas y altas, como algunos expertos suponían. Los resultados de esta investigación fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences en el mes de marzo.
Recopilación:
Edith y Enrique
Estudios recientes han confirmado que el maíz, cereal que actualmente es la base de la dieta de millones de personas, proviene de una de las cinco especies de teosinte, maleza silvestre que crece en México, Guatemala y Nicaragua. La que más se parece al maíz es el teosinte nativo del Valle del Río Balsas.
Hace años Piperno, estudiante de Antropología de la Universidad de Temple, encontró polen y carbón fósil en sedimentos lacustres de la región del Río Balsas, cerca de Iguala, Guerrero. Concluyó que hace 7,000 años se habían quemada áreas boscosas para crear parcelas de cultivo. En los sedimentos también encontró fitolitos (pequeñas estructuras rígidas que forman parte de algunas plantas) de maíz y calabaza. Entonces se integro a la investigación un equipo de arqueólogos dirigidos por Anthony Ranere, equipo que localizo 15 cuevas que hace miles de años habitaron seres humanos. En la cueva de Xihuatoxtla encontraron evidencias de maíz y calabazas cultivadas, así como diversas herramientas utilizadas para moler. Los restos tenían 8,700 años de antigüedad. En una investigación previa, Ranero y Piperno habían encontrado evidencias del maíz cultivado en Panamá, que fecharon en 7,600 años de antigüedad.
En las fisuras de las herramientas en las cuevas localizaron restos de almidón de maíz (que es distinto al del teosinte) y fitolitos de mazorcas. Como el teosinte no forma mazorcas, los investigadores supieron que se trataba de restos de maíz cultivado. Al parecer, los primeros agricultores de esta región de México fueron grupos de seminómadas que cambiaban de asentamiento estacionalmente.
Según Ranere, otro importante hallazgo de esta investigación es que sugiere que el cultivo del maíz comenzó en tierras boscosas de baja altitud y no en tierras áridas y altas, como algunos expertos suponían. Los resultados de esta investigación fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences en el mes de marzo.
Recopilación:
Edith y Enrique
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